BERLÍN, mar (IPS) - La Iglesia Católica protegió durante décadas a curas y religiosos pedófilos que abusaron sexualmente de niños y niñas en Alemania e impidió que fueran procesados por la justicia, según teólogos, juristas y documentos eclesiásticos internos.
La complicidad de la jerarquía eclesiástica quedó confirmada recientemente cuando ex alumnos realizaron miles de denuncias contra numerosos sacerdotes. En prácticamente todos los casos, los pedófilos sólo fueron transferidos de una jurisdicción a otra y nunca fueron procesados legalmente.
Casos similares de abusos sexuales contra niños y niñas en escuelas y otras instituciones católicas, con impunidad para los victimarios, han sido documentados en Australia, Austria, España, Estados Unidos, Filipinas, Francia Italia y México, entre otros países.
En Alemania las denuncias comenzaron en enero, cuando Klaus Mertes, director de la escuela secundaria católica Canisius, de Berlín, en una carta abierta dirigida a los ex alumnos, pidió disculpas por los abusos sexuales perpetrados por los sacerdotes en las décadas de 1970 y 1980.
En la misiva, Mertes reconoció saber "desde hace años" de los abusos, y los calificó de "sistemáticos y (realizados) durante años". También exhortó a las víctimas a revelar la naturaleza exacta de ellos y los alentó a "romper el muro de silencio" que se mantiene en torno a estos casos.
Mucha atención recayó sobre la escuela secundaria Canisius, gestionada por la orden de los jesuitas y considerada una de las mejores instituciones educativas del país.
El 14 de febrero Mertes declaró en conferencia de prensa que en Canisius se produjeron "cientos" de casos de abusos sexuales y sugirió que la Iglesia Católica indemnice con dinero a las víctimas.
La abogada berlinesa Manuela Groll, que asesora jurídicamente a varias de las víctimas de la escuela Canisius, confirmó las palabras de Mertes. "Recibo denuncias nuevas prácticamente todos los días", dijo a IPS. "Estoy segura que la cantidad de víctimas llega a los tres dígitos".
Desde las revelaciones de Mertes, cientos de casos de pedofilia protagonizados por sacerdotes fueron confirmados en numerosas escuelas católicas de Alemania. Muchos de los abusos datan de los años 60 y 70, pero algunos se perpetraron incluso hasta en 2002.
Un caso típico es el de la escuela de la abadía de Ettal, otra reconocida institución católica, ubicada en Baviera, unos 600 kilómetros al sur de Berlín y próxima a la frontera austríaca. En 1969 los alumnos denunciaron a la administración los abusos sexuales de un sacerdote.
El cura, identificado como el padre M., fue separado provisoriamente de su cargo como profesor de gimnasia, pero dos años después se le permitió volver a enseñar. Los rumores de que M. seguía abusando sexualmente de los pupilos eran constantes, pero no hubo intervención oficial.
En 1984, luego de que una madre acusara a M. de abusar de su hijo, el profesor fue trasladado, pero una vez más, por poco tiempo.
En el presente, el director de la escuela, Maurus Krass, admite "que fue un error permitirle a M. enseñar de nuevo. Pensamos que había aprendido su lección", declaró a IPS.
Varios meses antes de su muerte, en 2009, M. confesó haber mantenido relaciones sexuales con sus alumnos durante años.
Casos similares fueron confirmados por otros ex estudiantes. "Siempre me parecieron nauseabundas (las relaciones con los sacerdotes), pero estaba en shock y no podía reaccionar. Además había un sistema entero de represión que hacía imposible escapar de ese círculo vicioso", señaló un ex alumno de Canisius, ahora de 48 años.
Otro ex alumno dijo a IPS que los sacerdotes invitaban a los niños a una bodega, donde los alentaban a masturbarse. Mientras, los religiosos acariciaban a los menores de edad.
"La bodega era conocida entre los niños como el sótano de la masturbación", dijo el ex alumno de Canisius.
Varias de las víctimas de los abusos se suicidaron y otros recurrieron durante años a la terapia psicológica.
Según teólogos alemanes y funcionarios de la justicia, la jerarquía de la iglesia invariablemente ocultó los abusos.
La teóloga Uta Ranke-Heinemann dijo a IPS que la Iglesia Católica "desde el Vaticano hasta los sacerdotes en el llano ayudaron a garantizar la impunidad absoluta de los abusadores. Existen dos documentos internos (que muestran) que la Iglesia Católica se toma el trabajo de mantener el abuso en el secreto absoluto".
El primer documento,"Crimen sollicitationis" (en latín, delito de solicitación), data de 1962 y fue escrito por el cardenal Alfredo Ottaviani, entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, anteriormente conocida como la Inquisición.
El segundo documento, "De delictis gravioribus" (Sobre delitos más graves), fue redactado en 2001 por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, el actual papa Benedicto XVI, quien también fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
"Ambos documentos, que hoy están en posesión de todos los obispos católicos del planeta, ponen énfasis en la exclusiva competencia del Vaticano sobre los delitos sexuales como la pedofilia", dijo a IPS Ranke-Heinemann.
"En las cartas, Ottaviani y Ratzinger ordenan a los obispos del mundo a denunciar exclusivamente al Vaticano los abusos sexuales que los sacerdotes cometen contra los niños, bajo la amenaza de la excomunión. Estas amenazas provocaron una obstrucción total de las indagaciones judiciales, de otras acciones de aplicación de la ley, y la impunidad", agregó Ranke-Heinemann.
La teóloga dijo que el único castigo que recibieron los pedófilos fue "su constante reubicación. Se les transfiere continuamente de un lugar a otro. Esto les permite salir y cometer sus fechorías con total impunidad".
El 22 de febrero la ministra de Justicia alemana Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, en una entrevista de televisión con la red pública ARD, declaró que la "Iglesia Católica no parece inclinada a cooperar con el procesamiento" de los casos de abuso sexual.
De hecho, la jerarquía católica reaccionó a las revelaciones de estos últimos meses mediante una breve disculpa por escrito, leída en una conferencia de prensa el 22 de febrero por el obispo Robert Zollitsch, presidente de la conferencia episcopal alemana.
En la disculpa leída por Zollitsch se califica de "crimen nauseabundo" al abuso sexual, pero el prelado no respondió a las preguntas de los periodistas.
Un obispo alemán, Walter Mixa, incluso intentó exculpar a la iglesia atribuyendo las transgresiones a la "llamada revolución sexual de los años 60 y 70, en los cuales muchos críticos morales progresistas fomentaron las relaciones sexuales entre adultos y adolescentes".
"Los obispos alemanes no se han dado cuenta de la dimensión de los crímenes", comentó Christian Weisner, teólogo del movimiento reformista católico Somos Iglesia.
"La Iglesia Católica necesita una revolución, un enfoque nuevo hacia la sexualidad, y el procesamiento de este tipo de crímenes. De otra manera, su reputación se arruinará para siempre", sostuvo Weisner.(FIN/2010)